lunes, 16 de marzo de 2009

El caudillismo

El caudillismo es un fenómeno social y político surgido durante el siglo XIX en Hispanoamérica, consistente en la aparición en cada país de líderes carismáticos cuya forma de acceder al poder y llegar al gobierno estaba basada en mecanismos informales y difusos de reconocimiento del liderazgo por parte de las multitudes, que depositaban en "el caudillo" la expresión de los intereses del conjunto y la capacidad para resolver los problemas comunes.
El poder de los caudillos se basaba en el apoyo de fracciones importantes de las masas populares. Este apoyo popular se tornaba en su contra cuando las esperanzas puestas en el poder entregado al caudillo se veían frustradas, y se decidía seguir a otro caudillo que lograra convencer de su capacidad de mejorar el país o la provincia.
Este fenómeno se dio en América Latina durante prolongados períodos de su historia republicana; en algunos casos desembocó en fuertes dictaduras, represiones a la oposición y estancamiento económico y político, pero en otros canalizó las primeras modalidades democráticas y federales en las repúblicas latinoamericanas, así como proyectos de desarrollo autónomo, frente a las expresiones políticas neocoloniales.

La Guerra Federal

también conocida como Guerra Larga o Guerra de los Cinco Años, fue el enfrentamiento militar entre tendencias conservadoras y liberales en la Venezuela del siglo XIX. Está considerado el enfrentamiento bélico más costoso para Venezuela tras su independencia. Los conservadores, oligarquía surgida de la guerra independentista, se oponían a modificar el orden social establecido desde la colonia, imperturbable luego de la guerra de independencia de Venezuela, incluyendo entre otras cosas el sistema electoral. Por otro lado, los liberales, proclamaban los ideales de libertad e igualdad.
Durante la guerra, los liberales eran conocidos con el nombre de federalistas ya que el federalismo y la autonomía de las provincias eran sus reivindicaciones principales.

Liberalismo amarillo


En 1892, Joaquín Crespo se encargó del poder Ejecutivo y promulgó una nueva Constitución en la cual se decretó la elección libre, directa y secreta del presidente de la república y eliminó la autonomía de los municipios.
En 1894 Castro fue electo presidente de la república y gobernó hasta 1898. Crespo logró dominar la vida política del país a finales del siglo XIX y convertirse en el jefe supremo del Partido Liberal Amarillo. En 1897 decidió apoyar la candidatura de Ignacio Andrade, quien al salir victorioso por un fraude electoral provocó el alzamiento del Mocho Hernández. Dispuesto a terminar con la rebelión, Crespo decidió asumir el mando, pero al hacerlo encontró la muerte en manos de un francotirador en La Mata Carmelera.